

En el país del hágalo usted mismo es muy difícil darse cuenta de dónde y cuando trazar los límites. Es lo mismo tenirse el pelo una misma que colocar un piso de madera? En qué momento decidí que me haría la tintura yo misma? Fue cuando distraídamente desde una góndola del supermercado vi que una seniorita con un pelo perfecto me sonreía desde la caja de la tintura a sólo $15.99? Solo $15.99 más los impuestos... unos $16.5 contra $120 que me cobra el peluquero... Puede ser tan difícil? Mmnniah! Ahí comenzó un camino sin retorno. Camino que recorre casi todo norteamericano sin siquiera darse cuenta. Plagados están los pasillos de Home Depot. La gente se saluda cordialmente, mientras deambula con los carros llenos de pinturas, lijas, plantas, ventanas, maderas, clavos, mata yuyos, fertilizante, etc. Miles son los artículos a los que cualquier hijo de vecino puede acceder para realizar tareas que parcen tan fáciles cuando vemos a esos personajes en la TV que sin siquiera despeinarse, nos explican desde la pequenia pantalla cómo cambiar todos los muebles de la cocina o el piso de un ambiente. Todo esto en una hora. Cuarenta minutos si le descontás los comerciales, los que obviamente son de productos que te ayudarán a que la tarea sea mucho más fácil. Cuando te querés dar cuenta estás camino a Home Depot con una larga lista de materiales y medidas. El móvil debe ser amplio para poder transportar todos los menajes que necesitarás para tu próximo proyecto, así que el próximo que compremos no será una mini van, será una camioneta. Se agrandan los autos, se achican los garages. Habrá que tener un Shed, para guardar semejante cantidad de materiales y maquinaria que ya no caben en el garage. Maquinaria con la que ni Quito ni Riggoti hubieran soniado jamás.
“Qué serán esas casitas tan simpáticas que se venden en Home Depot”, me preguntaba recién llegada a Houston? Casitas para las nenas? Qué bonitas! Hasta tienen ventanitas con maceteros y florcitas! NO! Son pequenios depositos llamados Sheds (= Demonios), en los que se guardan esas maquinas que necesitamos para relaizar las tareas nosotros mismos! Pero que pasa con estas casitas tan bonitas? Llegará el día en que éstas serán chicas y ya no el espacio no sera suficiente. Habrá que comprar una más grande. Dije comprar? Porque gastar si lo podemos hacer nosoros mismos? Obviamente si lo hacemos nosotros mismos habrá que comprar más máquinas, pintura, maderas, clavos, tejas, etc.
Entonces, antes de preguntarme que vino primero si el huevo o la gallina, vuelvo a mi pregunta original. Dónde trazamos la linea de lo que podemos y de lo que no podemos hacer nosotros mismos? Los medios intentan hacernos creer que el cielo es el límite y que si lo hacemos nosotros mismos al final del día estaremos llenos de orgullo, digindad y nos habremos ahorrado unos dólares. “No no no no no” (léase mientras se imagina escuchar un chasquido realizado con la lengua y la boca en posición de trompita a modo de negación, modismo típicamente argentino). Si, hay un límite. Podemos tenirnos el pelo, pero no dejanos tomar el pelo. No es lo mismo colocar un ventilador de techo que colocar un piso de madera.
Mientras escribo esto se escucha en el fondo ruido a martillazos. El Sr. C se ha pasado el día colocando un nuevo, muy lindo y ‘ambientalmente verde’ piso de Bambú en nuestro dormitorio. Esta noche estará deshecho, con las rodillas a la miseria (esto es culpa del rugby, pero sería otro capítulo) y con una sonrisa de satisfacción. Yo tendré mi bendito piso de Bambú y el Shed será extremadamente chico para las nuevas máquinas...
Entonces, antes de preguntarme que vino primero si el huevo o la gallina, vuelvo a mi pregunta original. Dónde trazamos la linea de lo que podemos y de lo que no podemos hacer nosotros mismos? Los medios intentan hacernos creer que el cielo es el límite y que si lo hacemos nosotros mismos al final del día estaremos llenos de orgullo, digindad y nos habremos ahorrado unos dólares. “No no no no no” (léase mientras se imagina escuchar un chasquido realizado con la lengua y la boca en posición de trompita a modo de negación, modismo típicamente argentino). Si, hay un límite. Podemos tenirnos el pelo, pero no dejanos tomar el pelo. No es lo mismo colocar un ventilador de techo que colocar un piso de madera.
Mientras escribo esto se escucha en el fondo ruido a martillazos. El Sr. C se ha pasado el día colocando un nuevo, muy lindo y ‘ambientalmente verde’ piso de Bambú en nuestro dormitorio. Esta noche estará deshecho, con las rodillas a la miseria (esto es culpa del rugby, pero sería otro capítulo) y con una sonrisa de satisfacción. Yo tendré mi bendito piso de Bambú y el Shed será extremadamente chico para las nuevas máquinas...